Trato de pegarle un borron a todo lo que en su tiempo me robo una sonrisa.
Quiero recuperar el ritmo y ya no acelerarme con estupidas prisas.
No hay mal que dure cien años ni hay idiota que lo soporte.
Salgo caminando a la calle y me tomo un taxi con destino a lo incierto.
Dejo que la vida sorprenda a ese trozo de mi que todavia no ha muerto.
Le faltaré el respeto al destino, le sacaré la lengua al pasado.
No tengo siete vidas como un gato y es hora de que me de cuenta.
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