viernes, 4 de septiembre de 2009

Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos. Cuando crecemos descubrimos que ya defendimos mentiras, nos engañamos a nosotros mismos o sufrimos por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan. Y un guerrero es siempre consciente de aquello por lo que vale la pena luchar. No entra en combates que no le interesan, y nunca pierde su tiempo en provocaciones. Un guerrero acepta la derrota. No la trata como algo indiferente, ni intenta transformarla en victoria. Se amarga con el dolor de la pérdida, sufre con la indiferencia y se desespera con la soledad. Pero después de que pasa todo ésto, lame sus heridas y recomienza todo otra vez. Un guerrero sabe que una guerra está compuesta por muchas batallas. Y sigue adelante.

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